2 may 2013

El Pistolero Más Rápido

Llegó al pueblo por la tarde y encontró sus calles vacías. Los lugareños habían escuchado rumores de que estaba cerca, así que decidieron ocultarse en sus casas. Su reputación precedía a ese hombre conocido como El Rayo, el arma más rápida que jamás hubiese rondado aquellas tierras. Se decía que podía desenfundar y vaciar su revólver incluso antes de que sus oponentes tuvieran oportunidad de rozar sus armas. Una leyenda que fue confirmada por decenas de testigos.
Así, parecía que El Rayo podría pasar sin problemas por el pueblo, pero un hombre le hizo frente en la plaza. Le decían El Caracol, y bastaba verlo desenfundar su arma para saber el porqué de su apodo.
El reto entre El Rayo y El Caracol fue comprendido y aceptado al instante. Ambos contrincantes se miraron a lo lejos por unos segundos y entonces se acercaron hasta que los acostumbrados 10 metros de distancia los separara.
Dio inicio el duelo. El Rayo desenfundó su revólver con una velocidad increíble mientras colocaba su dedo en el gatillo para luego presionarlo, recargar y presionarlo de nuevo, repitiendo así hasta que las seis balas que tenía fueron lanzadas hacia su oponente. A la par, El Caracol desenfundó. Eso fue todo lo que pudo hacer.
Seis impactos quedaron marcados en la puerta de una casa, la que se encontraba a espaldas de El Caracol. Éste, mientras miraba de reojo, apuntó su arma contra el pecho de El Rayo, quien rápido y firme colocaba nuevamente seis balas en su revólver para una segunda ronda de disparos, la cual nunca ocurrió. Un solo disparo más se escuchó esa tarde en el pueblo, y provenía del arma de El Caracol.
El funeral se realizó en completo silencio. No asistió nadie por motivo del difunto, sino del acontecimiento. El Caracol se encargó de escribir el epitafio de El Rayo, y nadie tuvo objeción al leerlo: Fue el pistolero más rápido del oeste, pero el de peor puntería.




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