17 mar 2010

Entrevista

Así que quieres hablar de locura. Quieres hablarme de locura. Hablarme de locura a mí… Bien, pues hablemos de ello.
Podríamos empezar definiendo lo que es la locura, pero la verdad serían monólogos muy extensos y llenos de términos especializados e incluso algunos coloquiales. Y al final, ¿de qué serviría? Pues de nada, porque no toda la locura es del mismo tipo, ni del mismo grado, ni siquiera en el mismo sentido. La locura es relativa, y cada persona tiene su concepción de la misma. Hay quienes están locos y creen que el mundo es de una forma distinta al que todos los demás ven. Hay locos que simplemente son un caos andando, y que a ese caos que realizan, o que intentan realizar en la mayoría de los casos, le justifican alegando que es parte de su locura. Incluso están los famosos locos de amor, que simplemente pierden contacto con la realidad al entrar en un mundo de ilusión generado por una persona. Así que ponernos a definirla sería exhaustivo y sin sentido, en especial si consideramos las causas ¿no crees?
Pongamos mi caso como ejemplo. La locura que se ha desarrollado, o más bien, la que he desarrollado, podría tener miles de razones. En mi vida he visto y hecho muchas cosas, y sé que varias de ellas podrían considerarse como traumatizantes. Sin embargo, no hay una en específico, por más grande que pudiera considerarse, que tome el papel de “semilla”. No. Han sido todas en su conjunto; si acaso, podría decirse que ha sido una la que hiciera estallar todo. Pero todas han sido causa, y habrá más que serán consecuencia.
Entonces, un detonador. Hubo algo que me hizo enloquecer, que fungió como parte aguas en mi vida, y que finamente desencadenó esto. No me preguntes qué fue, porque no sabría la respuesta. Sé que fue en algún momento de los recientes años, pero no puedo precisarlo. Sólo sé que, repentinamente, mi cerebro sufrió una metamorfosis instantánea, o tal vez fue gradual y yo no la noté en mucho tiempo, pero todo cambió. Fue definitivo, y no hubo marcha atrás. Es curioso, pero lo sentí como una válvula de escape. En cuanto me di cuenta de que estaba loco, sentí un gran alivio, y mi mente comenzó a aligerarse en pensamientos. Todo pasaba deprisa en mi mente, y lo más interesante es que entendía absolutamente todo lo que en mi cabeza sucedía: el flujo de ideas del que antes carecía ahora no sólo se hacía presente, sino que cobraba una fuerza imponente.
La fuerza que tiene la locura es impresionante en verdad. Un simple destello de esa locura es capaz de quebrantar todos los valores y principios que uno pudiese haber tenido a lo largo de su vida. Puede destruir desde sus cimientos la moralidad de una persona, y con ello, encaminarle a realizar acciones nefastas, atroces, inhumanas, indescriptibles… vaya que si lo sabré. Lo mejor de esa locura, de la verdadera locura, es que viene acompañada de lo impredecible. Alguien que verdaderamente está loco puede actuar de una forma durante algunos minutos y repentinamente alterar su comportamiento de forma radical. Nunca sabes lo que es capaz de hacer un loco.
Así pues, mi locura, o lo que yo llamo locura, se puede observar en distintas formas. Tal vez no las veas como yo, porque finalmente soy yo quien las experimenta, quien las siente, e incluso quien las genera, y tú sólo eres un espectador de mi mundo. A eso se limitan el resto de las personas que no son consideradas locas o que no comparten la locura de otros: sólo son espectadores de la locura ajena. Y se aplica a todos. Un loco es espectador de la locura de otro loco, a menos claro que sigan pautas similares, pero es casi imposible, pues difícilmente habrán desarrollado su locura en contextos idénticos.
Otro punto destacable de la locura es el subconsciente. Hay quienes escuchan voces, y esas voces son las que les dicen qué hacer. Yo no. Escucho las voces, pero no me dicen qué hacer. Sé que son mis pensamientos, y que esas voces son en realidad una personificación de mi subconsciente, deseando expresar cosas que la cordura me hace callar. Qué curioso es que la cordura sea la que nos calle y la locura la que nos haga hablar, ¿no crees?
En fin, esas voces, en mi caso, son 3. Algunos les llaman a este tipo de voces “personalidad múltiple”, y es probable que suceda así conmigo. Supongo que durante mi vida he tenido que fragmentar mi comportamiento en el bueno, el malo y el racional. Lo curioso de estas personalidades es que no las tenía de niño, o al menos no las conocía. Como te dije, hay un detonador para la locura, y creo que fue en ese momento en el que noté que mis pensamientos estaban divididos en 3 vertientes.
¿Alguna vez has visto cosas que otros no ven? Yo sí, en varias ocasiones. Algunas veces son cualquier cosa, como un animal o algo parecido que pasa rápidamente en frente mío. Pero hay otras veces en que esas cosas dejan de ser objetos, y más allá de ver lo tangible, puedo ver lo que sucederá. Podría decirse que “adivino” lo que sucederá a continuación, y por ello deja de sorprenderme casi cualquier acontecimiento. Era cierto lo de hace unos momentos, cuando dije que la locura agilizaba la mente. De alguna forma logro crear una secuencia de pasos, los cuales seguirán aquellos que me rodea. Es muy curioso cuando sucede, porque desde antes de una sorpresa sé que voy a sorprenderme, pero, irónicamente, al saber que me sorprenderé, deja de ser sorpresa y todo se vuelve aburrido. Tal vez sea la razón de que muchos locos lleguen a situaciones extremas ¿sabes? Es probable que, al saber lo que ocurrirá en su entorno, buscan algo novedoso, y qué mejor para crear novedad que modificar por cuenta propia los patrones predeterminados de las acciones. Es soberbio si lo piensas: los locos son los más capaces de modificar su destino a su antojo.
Por cierto, ¿mencioné que las voces que escucho sólo puedo distinguirlas estando sólo? Por ejemplo, aquí contigo, no soy capaz de oír esas voces, ni un solo susurro de ellas. Pero en cuanto salgas por esa puerta y me quede solo, las voces aparecerán y analizarán esta plática, así como indagarán en lo que viene. Es algo inevitable para mí. O tal vez sólo sea el exceso de ocio que este lugar me otorga a cambio de mi reclusión, no estoy seguro.
En fin, creo que ya tienes una pequeña idea de mi locura. No la conoces aún, y estoy seguro que no la conocerás totalmente nunca en tu vida. Sólo espero que esta pequeña charla te haya dado algunos indicios de porqué soy como soy, de porqué he hecho lo que he hecho y el porqué pienso como pienso. Te repito, serán sólo indicios, pues comprender a un loco es imposible si no eres uno. Por ello es que hoy me hago llamar loco, porque busco entender la locura, y para entenderla debo de adentrarme en ella, aunque sea a la fuerza.
¿Por qué quiero entender la locura? Simple. Porque estoy loco...
Kaiser - 13/1/09