11 oct 2010

Día 11: Solución

Ha quedado todo listo.
Muchos dirían que exageré, pero no puedo darme el lujo de fallar siendo esto tan importante. Estamos hablando de mi mayor ilusión… de la razón de mi vida… de mi vida… literalmente…
No estoy loco. Lo sé porque he razonado detenidamente este plan, y he pensado seriamente en las consecuencias. También he pensado en ella, y efectivamente, no hay remordimiento en ninguno de mis pensamientos. Hoy terminaré con mi vida.
Es la única solución. Sólo con mi muerte puedo deshacerme de todo aquello que me recuerda a ella. Todo en mi vida tiene su sello implícito, todas mis posesiones han sido tomadas por su figura, y en cada una de ellas puedo verle con su hermosa e hipócrita sonrisa. Todo mi mundo es ella.
Si, es la única solución. Sólo con mi muerte ella podrá ver el daño que causó, lo cruel de su traición y de sus engaños hacia mí, hacia la persona que la amó más que nadie. Yo pude darle un mundo maravilloso, uno lleno de fantasías y amor infinitos, tan infinitos como su belleza… pero no lo quiso así…
Sólo con mi muerte se podrá dar fin a sus artimañas, haciéndole entender que lo que me hizo no deberá hacérselo a nadie más. No sé si fui el primero, pero estoy seguro de que seré el último. Hoy terminará todo, no habrá más para ninguno de los dos.
Todo está listo y el plan se ha puesto en marcha. De pie sobre una silla lucho por hacer lo más legible posible mis palabras. Una gruesa soga rodea mi cuello mientras escribo esto lo mas rápido que puedo, ya que el tiempo es de suma importancia. La sangre que hace las veces de tinta brota de mi muñeca izquierda casi como lo hiciera de las palmas de mis manos en los días recientes. A la vez, contemplo en el suelo el vaso de agua ya vacío que me ayudó a pasar por mi garganta las píldoras tranquilizantes. Si, será un largo sueño…
Es hora de terminar esto. Así como me bastó dar un paso al frente para estar a tu lado, para poder conocerte, es así como con un solo paso terminaré con todo.
Adiós hermosa traidora, que fuiste mi perdición al creerte mi salvación. Tú, la única que despertó en mi el amor ardiente que deseaba compartir, y que posteriormente tanto me hizo sufrir. Adiós te digo, musa de la más bella poesía, por que en estos momentos dejarás de ser mi vida.
Adiós…

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